07/07/2025
Usado durante siglos en Asia, el glutamato monosódico se ganó un lugar en la cocina moderna por su capacidad de potenciar el umami, el llamado "quinto sabor". A pesar de su mala fama pasada, hoy vuelve a las alacenas de cocineros curiosos y restaurantes de autor en Buenos Aires, donde se lo valora como un condimento clave para caldos, carnes y recetas veganas o sin sal.
Cuando pensamos en los sabores clásicos, solemos limitarnos a los cuatro de siempre: salado, dulce, ácido y amargo. Pero hay uno más que, aunque no tan evidente, está presente en muchos de nuestros platos preferidos: el umami, una sensación sabrosa y profunda que redondea el gusto de caldos, quesos curados o salsas largas.
Y detrás de ese sabor está un ingrediente que durante años fue ignorado en nuestras cocinas, pero que hoy se vuelve tendencia entre cocineros profesionales y amateurs: el glutamato monosódico, conocido como MSG (por sus siglas en inglés).
El MSG fue descubierto en 1908 por el químico japonés Kikunae Ikeda, quien logró aislarlo a partir de algas kombu. Desde entonces, se convirtió en un infaltable en la cocina oriental, especialmente en China, Japón y Corea, donde lo usan para intensificar el sabor sin sobrecargar las preparaciones.
Este aditivo natural, que se presenta como pequeños cristales blancos parecidos a la sal, no aporta un sabor propio definido, sino que realza los perfiles de los ingredientes originales. Es ideal para darle profundidad a un caldo, resaltar el sabor de carnes o vegetales o equilibrar platos bajos en sal, como los que preparan cada vez más restaurantes saludables en Buenos Aires.
El MSG no es exclusivo de chefs expertos. Hoy se consigue fácilmente en tiendas naturistas, supermercados orientales de barrios como Belgrano o Once, y en tiendas online especializadas en cocina internacional.
Se usa en cantidades mínimas: una cucharadita alcanza para una olla entera de sopa o estofado. Y aunque durante años fue mal visto -acusado de causar dolores de cabeza o malestares sin evidencia real-, estudios científicos modernos desmintieron esos mitos, asegurando que su uso moderado es seguro.
Cada vez más restaurantes y cocineros de Buenos Aires lo incorporan a sus preparaciones. Desde chefs que lo usan para resaltar el sabor de platos veganos, hasta parrillas que lo aplican de forma sutil para intensificar el sabor del asado, el MSG está dejando de ser un ingrediente tabú para convertirse en un aliado del sabor moderno.
También lo podés encontrar como parte de caldos instantáneos artesanales, salsas fermentadas locales y en propuestas gourmet que fusionan cocina asiática con recetas criollas.
El MSG no reemplaza a la buena materia prima ni a la técnica, pero puede convertirse en ese toque secreto que transforma un plato sin esfuerzo. En una ciudad como Buenos Aires, donde la gastronomía vive un momento de exploración constante, volver la vista a ingredientes sencillos y efectivos como este es una forma de ampliar el paladar y sumar herramientas a la cocina cotidiana.
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