Un hábito práctico, pero no tan seguro

En muchos hogares argentinos, la escena se repite: una olla enorme con fideos, arroz o guiso va directo a la heladera después de la cena. Es rápido, cómodo y ahorra espacio. Sin embargo, lo que parece una buena idea puede ser contraproducente para la frescura y la seguridad de tu comida.

El verdadero problema de la olla

La cuestión no tiene que ver con la higiene, sino con cómo se enfrían los alimentos. Cuando guardás una preparación directamente en una olla llena y pesada:

• El frío tarda más en llegar al centro: el metal funciona como una barrera y hace que los alimentos demoren en alcanzar una temperatura segura. Esto favorece la proliferación de bacterias que podrían arruinar tu plato.

• El sabor y la textura cambian: el contacto prolongado con el metal puede alterar el gusto, sobre todo si la olla no es de acero inoxidable o tiene algún recubrimiento gastado.

En resumen: la olla no es el mejor recipiente para conservar lo que tanto te costó preparar.

Foto: La Verdadera Junín

La forma ideal de conservar tus comidas

Si querés mantener tus platos frescos y ricos para el día siguiente, lo mejor es traspasarlos a recipientes más pequeños de vidrio o plástico antes de guardarlos en la heladera.

De esta manera:

• El frío circula más rápido y de manera uniforme.

• Los alimentos se mantienen seguros por más tiempo.

• El sabor original de la preparación se conserva intacto.

Además, si usás recipientes herméticos:

• Evitás que los olores se mezclen con otros productos de la heladera.

• Protegés tus comidas de absorber aromas indeseados.

Foto: iStock

Un tip foodie para la vida diaria

Así como cuando elegís dónde comer en Palermo, San Telmo o Recoleta buscás calidad y frescura, en tu cocina también podés aplicar ese mismo criterio. Guardar las sobras en recipientes adecuados es un gesto simple que marca la diferencia: vas a disfrutar tus guisos, fideos o arroces como si estuvieran recién hechos.