03/07/2025
En la ciudad que nunca deja de sorprender, existe un pasaje tan particular como encantador. Se trata del Pasaje de La Piedad, un callejón en forma de herradura ubicado en el corazón de Buenos Aires. Inspiró a Jorge Luis Borges, fue hogar de leyendas del tango y el cine, y conserva intacta su arquitectura del siglo XIX. Con solo recorrer sus adoquines y observar sus fachadas, uno entiende por qué este rincón sigue cautivando a locales y turistas por igual.
Ubicado en Bartolomé Mitre 1525, en el barrio de San Nicolás, este pasaje escondido se encuentra a tan solo tres cuadras del Congreso de la Nación y a unos 800 metros del Obelisco. A simple vista puede pasar desapercibido, pero quienes lo descubren encuentran un verdadero tesoro urbano.
Se accede por dos entradas discretas y, una vez dentro, el visitante se sumerge en un entorno único: adoquines originales, puertas de madera centenarias y una atmósfera de tranquilidad que contrasta con el ritmo acelerado de la ciudad.
El pasaje fue proyectado en 1888 por los hermanos Nicolás y José Canales, inmigrantes genoveses, y terminado en 1909 con el toque final del arquitecto piamontés Juan Antonio Buschiazzo, uno de los grandes urbanistas de la Buenos Aires moderna.
Con 114 viviendas distribuidas en forma de herradura, el pasaje mezcla estilos europeos con una impronta bien porteña. Muchas de sus casas aún conservan herrería de época y elementos originales como ventanales de vitraux y rejas artesanales.
El nombre del pasaje proviene de la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario, que se encuentra justo enfrente y es otro punto de interés para sumar al paseo.
Este rincón silencioso fue más que un simple lugar de residencia: inspiró a Jorge Luis Borges, albergó a íconos del tango como Juan D'Arienzo y Miguel Caló, y fue escenario de múltiples películas del cine argentino y hasta de Hollywood, como Assassination Tango de Robert Duvall.
Además, dentro del pasaje se encuentra el Teatro de La Piedad, que abre sus puertas en ocasiones especiales y ha visto pasar a figuras como Alfredo Alcón y Libertad Lamarque. La energía artística del lugar sigue intacta y se respira en cada rincón.
El Pasaje de La Piedad no es un sitio turístico convencional. No hay carteles, ni multitudes, ni souvenir shops. Lo que sí hay es historia viva, belleza arquitectónica y una atmósfera de calma y nostalgia que enamora a quienes buscan una Buenos Aires distinta, más íntima.
Es ideal para quienes disfrutan del turismo cultural, de la fotografía urbana o simplemente de perderse por callejones que cuentan historias. También puede combinarse con una caminata por el Congreso, Avenida de Mayo o el cercano Pasaje Roverano.
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