Por qué la cocción importa más de lo que creemos

El huevo es considerado uno de los alimentos más completos del mundo. Aporta proteínas de alta calidad, grasas saludables y una combinación potente de vitaminas y minerales. Pero el calor excesivo o las técnicas incorrectas pueden afectar parte de esos nutrientes.

Según expertos en nutrición, los métodos de cocción suaves ayudan a preservar vitaminas sensibles y facilitan la digestión, además de mantener intacta la estructura de sus proteínas. Por eso, no se trata solo de cómo te gusta comerlo, sino de cómo impacta en tu cuerpo.

La forma estrella: hervido

Si hay un método que se lleva todos los aplausos, es el huevo hervido. Simple, sin agregados y fácil de incorporar en cualquier comida, permite conservar al máximo sus propiedades.

El tiempo de cocción es clave y depende del punto que prefieras en la yema. Puede ir de seis a diez minutos, logrando desde una textura más cremosa hasta una completamente firme. Esta técnica no suma grasas extra y mantiene el perfil nutricional del huevo casi intacto.

No es casualidad que aparezca cada vez más en cartas de restaurantes en Buenos Aires que apuestan por una gastronomía porteña más consciente y funcional.

Pochado: delicado y nutritivo

El huevo pochado es otra gran opción. Cocido en agua durante pocos minutos, conserva una textura suave y una yema apenas líquida que muchos foodies porteños aman.

Este método también evita el uso de aceites o mantecas y resulta ideal para quienes buscan una preparación liviana, fácil de digerir y visualmente atractiva. En platos simples o más elaborados, el pochado suma elegancia sin resignar beneficios.

¿Y el revuelto o el omelette? Sí, pero con cuidado

Los huevos revueltos y los omelettes siguen siendo opciones válidas, siempre que se cocinen correctamente. El punto está en no sobrecalentarlos y evitar que se sequen demasiado.

Batidos y cocidos hasta que estén sólidos, pueden formar parte de una alimentación equilibrada. En el caso del omelette, sumar verduras es una buena forma de hacerlo más completo y nutritivo, una práctica cada vez más común en propuestas de gastronomía porteña actual.

Eso sí: cuanto menos grasa agregada, mejor será el resultado final en términos de salud.

Elegir buenos huevos también hace la diferencia

Más allá de la técnica, la calidad del producto importa. Los expertos remarcan que elegir huevos de buena procedencia influye directamente en su valor nutricional.

En una ciudad donde cada vez más personas se preguntan dónde comer mejor y qué ingredientes elegir, este detalle no pasa desapercibido. La trazabilidad y la calidad ya no son solo tendencia en restaurantes en Buenos Aires, sino también en la cocina de todos los días.

Un alimento pequeño con grandes beneficios

El huevo no solo es práctico y sabroso, también es una bomba nutricional. Aporta omega-3, vitaminas A y D, fósforo, hierro, zinc, potasio y selenio, lo que lo convierte en un alimento completo y equilibrado.

Consumido de manera regular, puede impactar positivamente en distintos aspectos de la salud, desde el cuidado del corazón hasta la piel y el cabello. Además, su bajo impacto en los niveles de colesterol lo vuelve un aliado inesperado para quienes buscan una alimentación más consciente.

Salud cardiovascular, vista y bienestar general

Entre sus múltiples beneficios, se destaca su aporte a la salud cardíaca, ya que no eleva de forma significativa el colesterol en sangre. También contribuye al cuidado de la vista gracias a antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, asociados a la protección ocular.

Por si fuera poco, su contenido de aminoácidos y minerales favorece una piel más saludable y un cabello fuerte, algo que explica por qué nunca pasa de moda, ni en casa ni en los restaurantes en Buenos Aires.