21/05/2025
En el corazón de Corrientes, Caá Catí es mucho más que un pueblo detenido en el tiempo: es una invitación a descubrir los sabores auténticos del nordeste argentino. Con meriendas típicas, almacenes históricos y una comunidad que celebra su identidad a través de la comida, este destino se vuelve irresistible para quienes buscan experiencias gastronómicas con alma.
Caá Catí, un destino donde la gastronomía es tradición viva
A casi 900 kilómetros de Buenos Aires y muy cerca del Parque Nacional Iberá, se esconde Caá Catí, una joya rural poco conocida pero profundamente arraigada a las tradiciones del Litoral. Si bien es célebre por su arquitectura colonial y paisajes naturales, es la cocina local la que le da verdadero sabor al viaje.
Desde la primera caminata por sus calles tranquilas, se percibe ese aire de pueblo que aún resguarda costumbres. El punto de partida gastronómico imperdible es el legendario almacén "El Asturiano", un comercio detenido en el tiempo donde aún se puede tomar un vermut con picada al estilo de antes. El ambiente rústico, los estantes de madera y el aroma a productos de campo lo convierten en una cápsula sensorial del pasado.
Meriendas campestres con identidad correntina
Uno de los grandes atractivos culinarios de Caá Catí son las meriendas campestres. Panes caseros recién horneados, dulces de estación, chipa, mate cocido y pastafrolas con dulce de mamón componen una propuesta simple pero poderosa. Estos encuentros gastronómicos suelen realizarse en casas de familia, con productos frescos y recetas heredadas de generación en generación.
Durante los meses de verano, el pueblo cobra vida con sus bailantas chamameceras, y es allí donde la gastronomía se convierte en ritual: empanadas jugosas, asados a la estaca y cazuelas de pescado de río acompañan la música y la danza. Todo esto se vive con la calidez de una comunidad que recibe al visitante como a un amigo.
Una cocina que habla del paisaje
La cercanía con los esteros del Iberá se traduce en ingredientes de temporada y sabores autóctonos. Es común encontrar platos a base de dorado o surubí, preparados a la parrilla o en escabeche, acompañados con mandioca frita o ensaladas de la huerta. La propuesta es sencilla, sin pretensiones gourmet, pero profundamente genuina. Ideal para quienes buscan reconectar con lo esencial.
Precios y recomendaciones
Los costos son más que accesibles: una merienda completa puede rondar los $4.000 por persona, mientras que una comida típica con bebida no supera los $10.000. No hay restaurantes en el sentido tradicional, pero sí casas de comida y comedores familiares donde conviene reservar con antelación, especialmente en temporada alta.
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