22/05/2025

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Bares de película: dónde comer en Buenos Aires rodeado de cine, historia y bodegones con alma

El bodegón Miramar y el bar El Progreso son mucho más que locaciones cinematográficas: son guardianes del sabor porteño. Su estética intacta, sus platos clásicos y su fuerte identidad barrial los convirtieron en favoritos tanto de directores de cine como de comensales fieles. En esta nota, te contamos qué pedir, cómo es la experiencia de comer en estos lugares y por qué siguen enamorando a generaciones enteras.

Bares porteños con historia, cine y mucho sabor

En Buenos Aires, hay rincones donde el tiempo parece haberse detenido. Entre vitrinas polvorientas, pisos en damero y cartas con platos de toda la vida, algunos bares siguen siendo lo que siempre fueron: refugios de barrio donde se come rico y se vive la historia. Dos de esos templos del bodegón -Miramar y El Progreso- también se volvieron famosos en la pantalla grande. Pero lo que más atrapa no son las cámaras: es la comida.

Bar Miramar: tradición en San Cristóbal, sabor de película

Ubicado en San Juan y Sarandí, en el barrio de San Cristóbal, el bodegón Miramar mantiene su estructura original desde hace décadas. Su gran barra de madera, vitrinas llenas de copas antiguas, objetos retro y techos altos son una postal porteña perfecta. Pero más allá de su fotogenia (fue escenario de Derecho de Familia y Una noche con Sabrina Love), lo que más enamora está en los platos.

¿Qué se come en Miramar?
Los clásicos mandan: rabas crocantes, pulpo a la gallega, tortilla babé, berenjenas en escabeche y canelones de verdura caseros. También se destacan las carnes al horno, el arroz con mariscos y las mollejas al verdeo. La carta de vinos acompaña con etiquetas tradicionales y hay postres como el flan con dulce de leche y crema que resiste cualquier moda.

Precios: Platos principales entre $7.000 y $12.000 (mayo 2025). Se puede comer bien por $15.000 por persona, incluyendo entrada, plato y bebida.

Ambiente: Familiar, cálido, con mozos de toda la vida y ese murmullo típico de bodegón porteño en hora pico. Perfecto para ir con amigos, en pareja o para mostrarle a alguien de afuera cómo se come en Buenos Aires.

El Progreso: alma de Barracas, sabor que perdura

Desde 1942, El Progreso se mantiene firme en el barrio de Barracas, en Montes de Oca al 1700. Su piso blanco y negro, las paredes con espejos y fotos en sepia, y los muebles de madera maciza lo convierten en un escenario natural para cualquier película. Apareció en El lado oscuro del corazón, Puán y decenas de publicidades.

Pero lo mejor no está en la cámara: está en la mesa. El Progreso es uno de los mejores lugares para probar una milanesa napolitana con fritas como las de antes, un estofado bien casero o una picada generosa con todo lo que tiene que tener. También sirven menú del día, empanadas fritas, guisos, pastas caseras y vinos de bodegas chicas.

Precios: Muy accesibles. Almuerzo completo desde $10.000 por persona. Hay menús ejecutivos por menos.

Ambiente: Cálido y barrial. Acá te saludan por tu nombre si vas dos veces, y el mozo recomienda como si fueras parte de la familia.

El Progreso aparece en ficciones que valoran la estética urbana porteña. Foto: Instagram @rotiseriamiramar.

Comer entre escenas: la experiencia de un bodegón de cine

Comer en Miramar o El Progreso es mucho más que sentarse a la mesa. Es vivir una escena que bien podría estar filmada, con aroma a ajo salteado, luces tenues, y charlas en voz alta entre vasos de vino tinto. Cada detalle -desde el mantel hasta el gesto del mozo- remite a una Buenos Aires que resiste. Y que, por suerte, también se saborea.

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