23/10/2025
El vitel toné, el pan dulce, el asado o la lengua a la vinagreta no solo son símbolos de la mesa navideña argentina, sino también un viaje por la historia de nuestra gastronomía. Te contamos de dónde vienen y cómo se convirtieron en los infaltables de cada brindis familiar.
No hay Navidad sin asado. Este clásico argentino tiene sus raíces en el siglo XVI, cuando los españoles trajeron el ganado vacuno al Río de la Plata. Al principio, se aprovechaban solo el cuero, el sebo y la lengua, mientras que el resto quedaba al aire libre.
Con el tiempo, el desarrollo de las técnicas de conservación y el auge ganadero del siglo XX transformaron al asado en un ícono nacional. Más que una comida, es un ritual que reúne a la familia alrededor del fuego.
Su historia se remonta al siglo XVIII, cuando los gauchos del Virreinato del Río de la Plata cazaban ganado y elegían la lengua por su textura más blanda. Pero la receta tal como la conocemos hoy tiene acento europeo: llegó desde el norte de Italia, de regiones como Piamonte o Trentino, donde era común marinar carnes con vinagre.
El resultado: un plato fresco, sabroso y con ese toque nostálgico que siempre aparece en las fiestas.
El pan dulce -o panettone- es uno de los dulces más emblemáticos de la Navidad argentina, y su origen está lleno de leyendas. La más popular cuenta que nació en el siglo XV, en Milán, cuando un joven llamado Antonio improvisó un pan con frutas y manteca tras un accidente en la cocina del duque Ludovico Sforza.
El "pan de Toni" fue un éxito inmediato y, siglos después, cruzó el Atlántico junto con la inmigración italiana. Desde entonces, no hay brindis sin una rodaja de pan dulce sobre la mesa.
Aunque hoy lo asociamos con España, el turrón tiene un origen mucho más antiguo. En manuscritos árabes del siglo XI ya se hablaba del "turun", un dulce a base de miel y almendras muy popular en Al-Ándalus.
Con el tiempo, la receta viajó a la península ibérica y se hizo famosa en regiones como Alicante y Valencia, donde alcanzó su máxima expresión. Desde allí, los inmigrantes lo trajeron a nuestras fiestas, convirtiéndolo en otro clásico del fin de año argentino.
Directo del Piamonte italiano, el vitel toné (o vitello tonnato) combina dos ingredientes que parecen opuestos: carne vacuna y salsa de atún. Nacido en las ciudades de Alba y Garessio, cerca del mar de Liguria, este plato se remonta a recetas que datan del año 700.
Llegó a la Argentina con la ola inmigratoria de fines del siglo XIX y se adaptó perfectamente a nuestras mesas veraniegas. Hoy, es uno de los grandes protagonistas de la gastronomía porteña durante las fiestas, amado por igual en casas, bodegones y restaurantes en Buenos Aires.
Cada plato de las fiestas tiene detrás una historia que mezcla inmigración, tradición y cariño. Desde el fuego del asado hasta el perfume de las frutas confitadas, la mesa navideña argentina es un resumen de lo que somos: una mezcla de raíces, sabores y memorias compartidas.
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