07/08/2025
Buenos Aires guarda verdaderas joyas arquitectónicas que invitan a descubrir el esplendor de principios del siglo XX. En este recorrido turístico por tres palacios icónicos, te proponemos sumergirte en salones elegantes, jardines escondidos y rincones que parecen detenidos en el tiempo. Ideal para viajeros curiosos y amantes del arte y la historia.
Buenos Aires es mucho más que tango y asado. Es una capital con una herencia arquitectónica imponente que sorprende a todo aquel que la recorre a pie. Sus avenidas y rincones esconden tesoros construidos durante los años dorados de la aristocracia local, cuando la ciudad se inspiraba en París y competía en elegancia con las grandes capitales del mundo.
Este paseo incluye tres palacios que siguen en pie como testimonio vivo de esa época: espacios que hoy ofrecen experiencias culturales y turísticas imperdibles para quien visita la ciudad.
Ubicado en el exclusivo barrio de Recoleta, el Palacio Duhau es una de las joyas mejor conservadas de Buenos Aires. Inspirado en el neoclásico francés, fue construido en 1934 como residencia de la familia Duhau y hoy forma parte del complejo del hotel Park Hyatt.
Aunque funciona como hotel cinco estrellas, no es necesario hospedarse allí para disfrutarlo. El lugar ofrece visitas guiadas, acceso a una galería de arte contemporáneo, cenas gourmet en sus elegantes salones, y hasta un recorrido por su cava de vinos. El jardín central es perfecto para una pausa con té de tarde, rodeado de una atmósfera que mezcla lo clásico con el diseño moderno.
Frente a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro, se alza el imponente Palacio Paz. Con sus 12.000 metros cuadrados, es el palacio más grande de la ciudad y uno de los más fastuosos. Fue encargado por José C. Paz y finalizado en 1914, con una marcada influencia del estilo francés Luis XV.
Hoy es la sede del Círculo Militar y abre sus puertas al público mediante visitas guiadas que recorren sus bibliotecas, escaleras de mármol, salones ornamentados y pasillos que parecen sacados de un cuento europeo. Además, cuenta con un encantador patio interno donde funciona el restaurante Croque Madame, ideal para almorzar en un entorno lleno de historia.
El recorrido se completa con el Palacio Errázuriz, ubicado en Palermo, que alberga al Museo Nacional de Arte Decorativo. Fue diseñado como residencia privada del diplomático chileno Matías Errázuriz y su esposa Josefina de Alvear entre 1911 y 1917, y luego donado al Estado argentino.
El ingreso es gratuito, y su interior deslumbra con una colección permanente de muebles, esculturas, tapices y objetos de arte europeo que van del siglo XVII al XIX. Su elegante jardín es perfecto para una pausa, y allí también se encuentra una sede de Croque Madame, donde los visitantes pueden disfrutar un café o un almuerzo relajado tras la visita.
Estos tres palacios no solo conservan la opulencia arquitectónica de otra época, sino que ofrecen una experiencia turística integral: historia, arte, cultura y buena gastronomía. Son paradas obligadas para quienes buscan descubrir otra cara de Buenos Aires, una ciudad que combina lo vibrante del presente con la sofisticación del pasado.
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