13/10/2025
El queso azul no pasa desapercibido. Con sus vetas características y su sabor potente, este ingrediente conquistó a los paladares más curiosos de la gastronomía porteña. Su historia, casi de leyenda, cuenta que nació por accidente, cuando un pastor olvidó un queso junto a un pan con moho, y los hongos migraron hacia la masa. Hoy, es símbolo de sofisticación y de esas combinaciones que sorprenden al primer bocado.
En Buenos Aires hay varios rincones donde el queso azul se celebra con creatividad y respeto por la materia prima. Desde pizzerías artesanales en Villa Pueyrredón hasta cantinas en Saavedra, estos cuatro lugares lo transforman en protagonista de platos inolvidables.
En La Casa Blanca de Habana, el queso azul tiene su propio homenaje. Este restaurante de Villa Pueyrredón, conocido por su pizza artesanal con masa madre y horno a leña, propone dos versiones irresistibles: la pizza Cuatro Quesos, con stracciatella, reggiano, mozzarella y hierbas frescas; y la Azul, con cebolla caramelizada y de verdeo.
Ambas creaciones parten de una base de queso crema que suaviza y realza el sabor picante del azul, logrando un equilibrio perfecto entre intensidad y textura. Detrás de la propuesta está el chef Alejo Medina, que combina técnicas napolitanas con un espíritu bien porteño.
Para acompañar, el lugar ofrece su propio moscato joven, disponible en copa o en tragos de autor como el Moscatoni o el Momenti Spritz, que completan la experiencia con un toque fresco y elegante.
Desde hace cuatro décadas, Pizza Cero es un clásico de Recoleta que sigue marcando tendencia en la escena de los restaurantes en Buenos Aires. En su carta, el queso azul tiene un papel protagonista en recetas que equilibran tradición y sofisticación.
Entre sus imperdibles figuran la Pizza Cuatro Quesos, donde se combinan distintas texturas y aromas; la Veneziana, con mozzarella, salsa de tomate, queso azul, cebolla de verdeo y huevo; y unas exquisitas empanadas de queso azul, apio y nuez, ideales para los que buscan algo distinto.
Para quienes prefieren algo más liviano, la ensalada Idilio Invernal combina kale, batata asada, almendras, láminas de queso azul y un toque de miel. Todo puede maridarse con vinos seleccionados de su cava, cerveza tirada o cócteles de autor.
Pizza Cero conserva su identidad porteña con una cocina en evolución constante y una atención que sigue enamorando a los habitués del barrio.
En el corazón de Palermo, Pasillito recrea el espíritu de los bares españoles con una propuesta de tapeo moderno y descontracturado. Entre sus bocados estrella, el queso azul ocupa un lugar central, con una selección especial de productores premium que permite explorar sus distintas intensidades y matices.
Uno de los imperdibles son las croquetas de queso Patagonzola de Ventimiglia, elaboradas de forma artesanal con un relleno suave y cremoso. Se fríen al momento, logrando una cubierta crocante y un interior fundente que se realza con un chutney de tomates Reliquia casero.
El resultado es una combinación perfecta de dulce, ácido y salado, ideal para acompañar con vino o cócteles de autor. Pasillito es el lugar ideal para quienes buscan una experiencia gastronómica relajada, de esas que invitan a quedarse horas entre charlas y tapas.
En Saavedra, Del Río Cantina reinterpreta la tradición de las cantinas italianas con una propuesta cálida y sabrosa. Dentro de su sección de minutas, destaca un plato que no falla: el filet al roquefort con puré de papas.
El pescado se cocina a la plancha y se baña con una salsa suave e intensa de queso azul, logrando una combinación reconfortante que hace honor a los clásicos porteños. A eso se suma una atención cercana y un ambiente que invita a volver, ideal para quienes buscan dónde comer en Saavedra con el espíritu de las viejas cantinas de barrio.
Ya sea en una pizza artesanal, en croquetas con toque patagónico o en una minuta con historia, el queso azul sigue marcando tendencia en la gastronomía porteña. Su sabor picante y su textura cremosa lo convierten en un ingrediente tan versátil como inolvidable.
Estos cuatro lugares lo demuestran: en Buenos Aires, el queso azul no solo acompaña -protagoniza. Y cualquier excusa es buena para celebrarlo con una copa de vino, una pizza recién salida del horno o una croqueta que se deshace al primer mordisco.
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