11/08/2025
En pleno norte sanjuanino, Tucunuco es un pueblo fantasma que guarda las huellas de un proyecto agrícola abandonado hace casi 50 años. Ruinas, paisajes áridos y una historia atrapante lo convierten en un destino perfecto para el turismo patrimonial en Argentina.
En 1975, el Estado impulsó un asentamiento agrícola en Tucunuco con la idea de poblar y trabajar estas tierras del departamento de Jáchal, en San Juan. Dieciséis familias llegaron para forjar un futuro en un paraje inhóspito, pero el golpe militar del año siguiente detuvo el proyecto de manera abrupta.
Lo que quedó desde entonces son ruinas, relatos y un paisaje donde el silencio es protagonista. Hoy, este rincón forma parte de un circuito de turismo patrimonial que invita a explorar un pasado olvidado y reflexionar sobre las dificultades de vivir en uno de los entornos más áridos de la Argentina.
Caminar por Tucunuco es como recorrer un set de película donde el tiempo se detuvo. Entre sus atractivos más llamativos están:
La antigua iglesia de piedra, un símbolo de la comunidad que nunca llegó a consolidarse, con detalles arquitectónicos que resisten el paso de las décadas.
El viejo piletón ferroviario, vestigio de los intentos por conectar la zona con el resto del país y pieza clave en los planes de desarrollo del pueblo.
Construcciones inconclusas y muros desgastados, que aportan una atmósfera única para amantes de la fotografía y curiosos de la historia.
Tucunuco no es un lugar con restaurantes, hoteles ni tiendas de recuerdos. Aquí la experiencia es pura y sencilla: caminar, observar, fotografiar y dejarse envolver por un paisaje austero que habla por sí mismo.
Es ideal para parejas, familias o grupos de amigos que buscan escapadas fuera de los circuitos tradicionales, con un toque de misterio y valor histórico.
Tucunuco está ubicado sobre la Ruta Nacional 40, a unos 50 kilómetros de San José de Jáchal. Desde Buenos Aires son aproximadamente 1.200 kilómetros de viaje por ruta, atravesando varias provincias hasta llegar al norte sanjuanino.
La última parte del recorrido se hace por caminos rurales, por lo que es recomendable ir en vehículo propio y llevar todo lo necesario: agua, comida y protector solar. No hay servicios en el lugar, así que la planificación es clave para disfrutar de la visita.
Visitar Tucunuco es una oportunidad de conectar con una parte poco conocida de la historia argentina y con paisajes que transmiten paz, soledad y reflexión. Además, su ubicación sobre la mítica Ruta 40 lo convierte en una escala ideal para quienes recorren este corredor turístico que atraviesa el país de norte a sur.
Si buscás turismo en Argentina que vaya más allá de lo obvio, Tucunuco es una joya escondida que merece un lugar en tu itinerario.
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