Con el calor típico de fin de año en Buenos Aires, prender el horno puede sentirse como un castigo innecesario. Por eso, los platos fríos se convierten en los grandes aliados de la mesa del 31: se pueden hacer con anticipación, se sirven directo de la heladera y mantienen ese espíritu festivo tan propio de la gastronomía porteña. Acá, un recorrido por cinco preparaciones que nunca fallan.

Vitel toné: el rey indiscutido de las fiestas

No hay discusión posible: el vitel toné ocupa el primer lugar en cualquier ranking de platos fríos argentinos. El peceto cocido y cortado en láminas finas, acompañado por su clásica salsa de atún, crema, mayonesa y alcaparras, es una combinación que ya forma parte del ADN de las fiestas.

Además de su sabor, tiene una ventaja clave: se puede preparar con anticipación. Cocinar la carne el día anterior y dejarla bien fría permite lograr cortes prolijos y parejos, ideales para una presentación impecable. En muchas mesas porteñas, directamente no hay Año Nuevo sin vitel toné.

Matambre con ensalada rusa: un dúo que rinde

Otro clásico que nunca decepciona. El matambre -de carne o de pollo- relleno con huevo, zanahoria, morrón y arvejas es una opción rendidora, sabrosa y muy práctica cuando hay muchos comensales.

El combo se completa con la infaltable ensalada rusa, a base de papa, zanahoria y arvejas, un acompañamiento fresco que equilibra el plato. Para quienes buscan una versión un poco más liviana, se puede suavizar la mayonesa con queso crema y unas gotas de limón, sin perder cremosidad ni sabor.

Torre de panqueques: fresca, práctica y bien visual

También conocida como fiambre alemán, la torre de panqueques es una de las estrellas de las mesas familiares. Capas intercaladas de panqueques con jamón, queso, huevo duro, tomate, lechuga, aceitunas y choclo hacen de este plato una opción completa y muy refrescante.

Además de ser fácil de armar, tiene un plus estético: bien presentada, queda espectacular en el centro de la mesa. Para quienes buscan una vuelta más sofisticada, existe una versión con salmón ahumado, palta y queso crema con ciboulette, ideal para sumar un toque gourmet sin complicarse.

Arrollado de pollo a la galantina: liviano y elegante

Cuando se busca algo más delicado que la carne vacuna, el pollo aparece como una alternativa perfecta. El arrollado de pollo deshuesado, relleno con espinaca, frutos secos, queso y jamón, se sirve frío y cortado en rodajas finas.

Es un plato elegante, nutritivo y muy práctico, ya que se conserva varios días en la heladera sin perder textura ni sabor. En la mesa de Año Nuevo, suma variedad y se adapta bien tanto como plato principal o como parte de una mesa fría más amplia.

Tomates rellenos: simples, frescos y versátiles

Los tomates rellenos son un comodín infalible. Firmes, bien ahuecados y rellenos con una mezcla de arroz, atún, mayonesa y condimentos como perejil o cebollino, funcionan como acompañamiento ideal para cualquier carne fría.

Para sumar frescura, se les puede agregar manzana verde en cubitos al relleno, aportando un contraste crocante y levemente ácido que ayuda a combatir el calor. Son fáciles de hacer, livianos y siempre bienvenidos.

En la gastronomía porteña, las fiestas están atravesadas por la idea de compartir, preparar con tiempo y disfrutar sin complicaciones. Estos platos fríos resumen ese espíritu: recetas conocidas, sabores familiares y una practicidad que se agradece cuando el calor aprieta.