22/07/2025
En una provincia llena de destinos clásicos, La Paisanita aparece como una joya poco explorada a solo 50 km de Córdoba capital. Entre montes, caminos de tierra y el río Anisacate, este pequeño paraíso serrano regala postales únicas, historia viva y una paz que no se encuentra en los lugares turísticos más concurridos. Ideal para una escapada slow, en cualquier estación del año.
Quien haya pisado alguna vez Córdoba sabe que sus sierras tienen una mística particular. Pero no todas las escapadas necesitan multitudes, ferias y carteles llamativos. A veces, el verdadero descanso aparece en los rincones más discretos. Así es La Paisanita, un pequeño poblado rodeado de naturaleza y cargado de encanto rural, que se posiciona como uno de los destinos más tranquilos y auténticos del centro del país.
Ubicada a apenas 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba, muy cerca de Alta Gracia pero fuera del circuito turístico tradicional, La Paisanita es un ejemplo claro de que la desconexión real aún es posible. No hay señalética estridente, ni locales comerciales abarrotados, ni actividades que marquen el ritmo. Hay río, monte, cielo abierto y silencio.
Para llegar, hay que desviarse de la habitual Ruta Provincial 5. El acceso se da a través de la RP C45 y el Camino de los Pioneros, un trayecto pintoresco que ya anticipa el espíritu del lugar: naturaleza agreste, aire puro y esa sensación de que el tiempo se toma su tiempo.
Aunque pequeña, esta comuna sorprende por su variedad de propuestas:
El gran protagonista es el río. Aguas cristalinas, playas de arena, zonas con sombra y un clima perfecto para pasar horas al aire libre. Uno de los puntos más fotografiados es el famoso mirador con forma de honguito, ubicado en el cauce del río, desde donde se puede disfrutar de una vista panorámica.
Si lo tuyo es el movimiento, hay varias opciones: senderos serranos, paseos en bicicleta, cabalgatas guiadas y hasta avistaje de aves. La vegetación autóctona es perfecta para un buen safari fotográfico, especialmente durante el otoño o la primavera.
Para los amantes de la historia, La Paisanita guarda dos tesoros: la Capilla Nuestra Señora de Luján, una construcción de los años '50 con mucho valor simbólico para la comunidad, y la Colonia Evita junto a la Escuela Sarmiento, fundadas por Eva Perón, que conservan parte del espíritu original de la obra social peronista.
Aunque la gastronomía no es el foco principal, la oferta culinaria local completa la experiencia. Recomendamos:
Casa de María: imperdibles empanadas caseras recién horneadas.
Fogones del parador del río: durante el verano, platos criollos a la parrilla en plena naturaleza.
Alma-Zen: una opción con platos típicos y recetas vegetarianas que fusionan cocina serrana con productos frescos de estación.
Todo en porciones abundantes y precios accesibles, ideal para un almuerzo sin apuro.
La oferta de alojamiento es variada, aunque de bajo perfil. Hay desde campings rústicos a la vera del río, hasta hosterías familiares y complejos vacacionales como el de la Unión Ferroviaria. El denominador común es siempre el mismo: tranquilidad, naturaleza y libertad total para armar tu propia rutina.
No se trata de un lugar con agenda ni itinerario. La idea es estar, observar, caminar, comer rico y dormir bien. Sin más.
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