01/09/2025
En el corazón de las sierras de San Luis se esconde un secreto que mezcla historia, naturaleza y aventura. Se trata de La Carolina, un pequeño pueblo donde todavía es posible encontrar diminutas pepitas de oro en el agua. No es un destino para hacerse millonario, pero sí para vivir una experiencia distinta, con ese aire mágico que solo tienen los pueblos serranos.
La Carolina debe su existencia al hallazgo de oro a fines del siglo XVIII, cuando el Virrey Sobremonte ordenó fundar un asentamiento en las laderas del cerro Tomolasta. Desde entonces, sus ríos y minas quedaron ligados a la tradición aurífera que le dio vida.
Hoy, con apenas 300 habitantes, el lugar mantiene su esencia colonial: calles tranquilas, casas de piedra y un entorno natural que invita a bajar el ritmo. Para muchos viajeros, es como retroceder en el tiempo.
La estrella del turismo en este rincón puntano es la "batea de oro" en el Río Amarillo. Con la ayuda de guías locales y un cuenco de madera llamado "sombrero chino", los visitantes remueven la arena en busca de fragmentos brillantes. Las pequeñas pepitas, de entre 17 y 22 quilates, son el recuerdo perfecto de una jornada distinta.
Otro imperdible es la mina de oro inglesa, construida en el siglo XIX. El recorrido atraviesa un túnel de 400 metros, con galerías laterales, estalactitas y herramientas que todavía evocan el trabajo de los mineros. Casco, linterna y relatos de época completan una experiencia que combina historia y aventura bajo tierra.
Además, el pueblo invita a recorrer sus calles empedradas, visitar el museo local y disfrutar de la gastronomía regional en hosterías familiares y casas de té. Desde comidas caseras hasta meriendas serranas, la pausa gastronómica es parte del encanto.
Ubicada a 1.600 metros sobre el nivel del mar, La Carolina es uno de los pueblos más altos de San Luis. Rodeado de quebradas y vegetación serrana, ofrece panorámicas que combinan montañas verdes, aire puro y silencio. Un destino ideal para quienes buscan naturaleza y desconexión, sumando un plus de historia minera.
Desde la ciudad de San Luis, La Carolina está a unos 80 kilómetros. El viaje en auto por la Ruta Provincial 9 dura poco más de una hora y media y regala vistas espectaculares entre curvas y ascensos serranos.
También se puede llegar en excursiones organizadas desde la capital provincial, que suelen combinar la visita con otros atractivos cercanos, como el Parque Nacional Sierra de las Quijadas o la localidad de Nogolí.
En invierno, conviene ir preparado: el clima puede ser fresco y no son raras las nevadas que cubren el pueblo de blanco.
Más allá del oro, lo que brilla en La Carolina es su propuesta turística. Entre la aventura de la batea, el misterio de la mina y la calma de un pueblo detenido en el tiempo, este rincón puntano se convierte en un destino inolvidable.
Un lugar donde historia, naturaleza y leyenda se encuentran para regalarle al viajero una experiencia única en Argentina.
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