19/06/2025
La hamburguesa doble es uno de los placeres más populares del mundo. Pero más allá del sabor, tu cuerpo vive una serie de reacciones bioquímicas intensas después de comerla. Desde el pico de dopamina hasta la fatiga post comida, en esta nota te contamos minuto a minuto qué pasa internamente cuando caés en la tentación.
Apenas la comida entra en tu boca, se activa el sistema de recompensa del cerebro. Las grasas, la sal y el azúcar presentes en el pan, la carne, el queso y las salsas estimulan la liberación de dopamina, la hormona del placer.
Este efecto es tan poderoso que tu cerebro lo graba como una experiencia positiva, casi adictiva. Por eso muchas veces "necesitás" volver a comer una hamburguesa para revivir esa sensación.
A medida que tragás, el estómago comienza a producir ácido clorhídrico para descomponer la gran cantidad de proteínas y grasas. El proceso digestivo se activa, y tu cuerpo destina energía y flujo sanguíneo a la zona digestiva.
Esto puede causar una ligera sensación de pesadez o hinchazón, especialmente si acompañaste la hamburguesa con gaseosa y papas fritas.
La hamburguesa doble suele contener más de 800 calorías y hasta 50 gramos de grasa. En este punto:
Se produce un aumento de glucosa en sangre, especialmente si comiste pan blanco.
El páncreas comienza a liberar insulina para procesar ese azúcar.
La grasa saturada empieza a circular en el torrente sanguíneo.
Si tu dieta habitual no es equilibrada, este proceso puede favorecer a largo plazo el aumento de colesterol LDL (el "malo").
Tu cuerpo sigue digiriendo una comida pesada, lo que puede generar:
Fatiga o sensación de somnolencia, ya que más sangre va al sistema digestivo y menos al cerebro.
Inflamación leve, si consumiste una gran cantidad de grasas trans o procesadas.
Aumento de presión temporal, especialmente si tu ingesta de sodio fue alta (algo común en hamburguesas industriales).
Una hamburguesa doble ocasional no va a hacerte daño, pero si se vuelve frecuente, puede:
Elevar el colesterol y los triglicéridos.
Aumentar el riesgo de resistencia a la insulina.
Promover el sobrepeso si hay exceso calórico.
Alterar tu flora intestinal si tu dieta es pobre en fibra.
Lo importante es el contexto de tu alimentación general. Una buena dieta puede incluir indulgencias ocasionales sin mayores consecuencias, pero si todo lo que comés es ultraprocesado, los efectos se acumulan.
Una hamburguesa doble con queso y panceta puede tener más calorías que una comida completa casera de tres pasos.
El pan aporta más azúcar de lo que imaginás: en algunos casos, más de 6 g por unidad.
El queso fundido suele ser "alimento procesado tipo queso", y no queso real.
En algunos locales, una hamburguesa doble tiene más del 100% del sodio recomendado diario.
Comer una hamburguesa doble es una experiencia placentera que activa hormonas del bienestar, pero también desafía a tu cuerpo con una digestión intensa, picos de azúcar y grasa, y una posible sensación de cansancio posterior. Como en todo, la clave está en el equilibrio: disfrutarla... pero no todos los días.
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