03/12/2025
En la gastronomía porteña siempre aparecen secretos que transforman recetas tradicionales. Esta vez, un ingrediente inesperado -la sidra- se convierte en el toque ideal para darle suavidad, aroma y un sabor diferente al costillar. Una técnica simple, perfecta para foodies curiosos y amantes del asado en Buenos Aires.
En la mesa argentina, el asado no es solo comida: es tradición, encuentro y una excusa perfecta para compartir. Cada asador tiene sus rituales, sus tiempos y ese "secreto" que guarda bajo llave. Entre tantas variantes, un método poco difundido empieza a ganar terreno entre quienes buscan renovar sus platos sin perder la esencia del fuego.
Ese toque especial viene de un ingrediente que casi todos tenemos en casa para fin de año, pero que pocos imaginan usando en la parrilla: la sidra. Sí, esa bebida típica del brindis navideño puede convertirse en la mejor amiga del costillar.
Aunque parezca extraño, la sidra aporta un sabor suave y un toque caramelizado que enamora a quienes lo prueban por primera vez. Su dulzor natural y su aroma ligero potencian la carne sin taparla, logrando un equilibrio perfecto que sorprende incluso a los paladares más clásicos.
Este truco, una vez descubierto, empieza a ganar lugar en las alacenas de los amantes de la parrilla. Porque cuando un ingrediente funciona, se queda para siempre.

La técnica es sencilla, accesible y mantiene el espíritu del asado tradicional. Solo requiere paciencia, buen fuego y algunos detalles clave.
Lo ideal es optar por una pieza de entre 10 y 12 costillas, con grasa pareja y carne firme. Un peso de entre 4 y 6 kilos es perfecto para una cocción lenta y pareja.
Se puede usar tanto carbón como leña, aunque si se elige leña, conviene que sea dura para asegurar varias horas de calor estable. La cocción total demanda alrededor de tres horas.
Antes de llevar la carne a las brasas, se la cubre con sal gruesa y se puede sumar pimienta o ají molido. Luego viene la estrella: medio vaso de sidra directo sobre el costillar. Se deja reposar unos 20 minutos para que absorba su aroma.
El costillar se coloca con los huesos orientados hacia el fuego y a unos 40 cm de la brasa. Esta posición permite una cocción pareja durante dos horas y media.
Cada 30 minutos, se vuelve a rociar con un poco más de sidra. Esto ayuda a mantener la carne jugosa y potencia ese sabor dulce característico.
Después de las primeras horas, se da vuelta para dorar el lado de la carne durante 20 a 30 minutos más. Un chorro extra de sidra puede sumar brillo y aroma.
Un cuchillo clavado entre las costillas es la mejor guía: si entra sin resistencia y la carne está jugosa, el costillar está en su punto. La grasa debe verse derretida y la carne, firme pero tierna. Antes de cortar, conviene dejarla reposar 10 minutos para que mantenga todos sus jugos.

La sidra no reemplaza las técnicas tradicionales del asado, pero sí aporta un giro inesperado que puede cambiar el resultado final. Para quienes disfrutan explorar sabores y buscan nuevas ideas para sus reuniones, este ingrediente puede ser la llave para sorprender a todos.
Y aunque la receta no pertenece a ningún restaurante en Buenos Aires, muchos foodies porteños ya la adoptaron como parte de su repertorio parrillero. Una opción perfecta para quienes disfrutan de la gastronomía porteña desde el corazón del hogar.
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