04/09/2025
El pan es parte del ADN de la gastronomía porteña, pero un detalle puede cambiar cómo lo disfrutamos: guardarlo en el freezer antes de tostarlo. Según especialistas, este hábito ayuda a la microbiota, mejora la digestión y hasta controla los picos de glucosa.
En Buenos Aires, el pan no falta nunca: desde la clásica flauta que acompaña una milanesa en un bodegón, hasta las rebanadas integrales en un brunch de Palermo. Sin embargo, pocas veces pensamos en cómo lo conservamos. ¿Panera, heladera o freezer? La respuesta parece tener más impacto en la salud de lo que creemos.
Si cortás el pan, lo guardás en bolsas herméticas y lo llevás directo del freezer a la tostadora, pasa algo mágico: gran parte de sus carbohidratos se transforman en almidón resistente.
Este tipo de fibra prebiótica no se digiere en el intestino delgado, sino que viaja hasta el colon, donde se convierte en el alimento preferido de las bacterias "buenas" que habitan en la microbiota. El resultado: la producción de butirato, un ácido graso esencial que ayuda a reducir la inflamación y fortalece el sistema inmune.
Foto: Copilot
Además de darle nueva vida a tu pan, congelarlo antes de tostarlo aporta ventajas que impactan directamente en la salud:
Control de la glucosa: reduce los picos de azúcar en sangre.
Mejor digestión: genera menos inflamación y gases.
Sensación de saciedad más duradera: ideal para quienes buscan mantener un peso equilibrado.
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition en 2022 confirmó que el butirato incluso mejora la sensibilidad a la insulina, favoreciendo un metabolismo más estable.
Foto: Adobe Stock
Aunque el truco funciona con cualquier tipo de pan, los nutricionistas recomiendan darle prioridad a los integrales y ricos en fibra, en lugar de los ultraprocesados cargados de azúcar y aditivos. En definitiva, si vas a disfrutarlo en un brunch o como entrada en los restaurantes en Buenos Aires, mejor que sea de buena calidad.
Incorporar este tip en la cocina diaria no requiere esfuerzo extra:
Rebaná el pan.
Guardalo en el freezer en bolsas herméticas.
Pasalo directo al tostador cuando lo quieras comer.
Así de simple podés aprovechar todos los beneficios de este hábito que combina ciencia, salud y el placer de disfrutar un buen pan crocante.
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