Un pedazo de historia viva en el corazón porteño

En una ciudad donde los íconos van y vienen, La Academia es de esos lugares que se niegan a desaparecer. Más viejo que el Obelisco -sí, fue fundado en 1930-, este Bar Notable supo convertirse en un refugio para bohemios, artistas y políticos de todas las épocas. Su reciente reapertura, ahora en Montevideo 341, a pasos de avenida Corrientes, vuelve a ponerlo en el centro de la escena cultural y turística de Buenos Aires.

De Callao a Corrientes, pero con el alma intacta

El cierre del bar original en Callao 368 generó tristeza en muchos de sus habitués. Sin embargo, fue solo una pausa. El espíritu del lugar, que supo reunir a figuras como Enrique Santos Discépolo, Troilo, Goyeneche, Tita Merello y más recientemente Pappo, Olmedo, Calamaro o Rodrigo, encontró nuevo hogar en un amplio local de 600 metros cuadrados, totalmente ambientado para que parezca que nada cambió.

Con sus paredes del mismo color, vidrios fileteados y puerta vidriada original, La Academia logra algo pocas veces visto: mudarse sin dejar de ser.

Mucho más que un café: ajedrez, billar y cultura

La Academia no es solo un bar, es un club social. En su nueva etapa, ofrece:

• Mesas de ajedrez, pool, billar, metegol y ping-pong

• Biblioteca con libros disponibles para leer en el lugar

• Rincones nostálgicos con máquinas de escribir, vitrinas con reliquias y homenajes a su historia

• Espacios amplios, cómodos, ideales para leer, jugar o simplemente mirar la vida pasar desde una mesa de café

Los precios de los juegos van desde $12.000 a $20.000 por hora e incluyen una consumición, convirtiéndose en una opción original para turistas y locales que buscan planes diferentes en la ciudad.

Un nuevo punto turístico en Buenos Aires

Ubicado en Montevideo 341, a pasos del Obelisco, la avenida Corrientes y el Teatro San Martín, La Academia se convierte en una parada obligada para quienes quieren experimentar la Buenos Aires más auténtica. Ideal para incluir en una caminata por el microcentro, para quienes visitan la ciudad por primera vez o para los porteños nostálgicos que desean revivir viejos tiempos.

La buena noticia: abre las 24 horas, como en sus mejores épocas. Ya no hace falta mirar el reloj para saber si vas a poder entrar.