16/06/2025
En excavaciones arqueológicas en Egipto se hallaron potes de miel perfectamente conservados dentro de tumbas milenarias. No solo estaban en buen estado: ¡eran comestibles! ¿Cómo es posible que este alimento dulce, natural y ancestral desafíe el paso del tiempo sin necesidad de conservantes? Te lo contamos.
Cuando pensamos en alimentos con larga duración, solemos imaginar enlatados, productos deshidratados o con muchos conservantes. Sin embargo, la miel -un producto totalmente natural, sin agregados- ha demostrado ser uno de los alimentos más duraderos del planeta. Y no lo decimos nosotros: arqueólogos encontraron miel perfectamente comestible dentro de tumbas egipcias con más de 3.000 años de antigüedad.
Sí, esa miel milenaria no estaba podrida. Tampoco fermentada. Simplemente seguía siendo... miel.
Pero, ¿por qué no se descompone? ¿Qué tiene de especial este alimento dorado que ha sido venerado por culturas desde tiempos remotos?
La razón por la que la miel no se pudre está en su composición química única:
Bajo contenido de agua:
La miel tiene muy poca agua libre (menos del 18%), lo que impide el crecimiento de bacterias y hongos. A los microbios les cuesta muchísimo sobrevivir en un entorno así de seco.
Alta acidez:
Su pH ronda entre 3.2 y 4.5, lo cual crea un entorno hostil para la mayoría de los microorganismos.
Presencia de peróxido de hidrógeno:
Cuando las abejas agregan una enzima llamada glucosa oxidasa, se forma una pequeña cantidad de peróxido de hidrógeno, un potente agente antimicrobiano.
Alta concentración de azúcares:
La miel está compuesta por fructosa y glucosa en gran medida. Esta alta concentración osmótica absorbe humedad del entorno y deshidrata cualquier bacteria que intente desarrollarse.
Todo esto convierte a la miel en una trampa mortal para los microorganismos. No les da margen para crecer. Por eso, puede durar literalmente siglos.
La miel no solo era apreciada por los egipcios por su sabor. Era un símbolo de pureza, eternidad y divinidad. Se usaba para:
Endulzar alimentos y bebidas.
Embalsamar cuerpos.
Preparar medicinas naturales.
Ofrecer como tributo a los dioses.
Al morir, muchas personas eran enterradas con frascos de miel como ofrenda para el más allá. De ahí que hoy en día se hayan encontrado tantos recipientes intactos. Y lo más impresionante: esa miel todavía servía para untarla en una tostada.
Sí. La miel no tiene fecha de vencimiento real. Lo que puede pasar es que se cristalice, un proceso natural que ocurre cuando los azúcares se separan. Pero eso no significa que esté mala. Solo tenés que calentarla suavemente (baño maría) para devolverle su textura original.
Eso sí: si una miel tiene agua agregada o fue mezclada con otros ingredientes, ya no es pura. Ahí sí puede echarse a perder.
Argentina es uno de los principales productores de miel del mundo. Y aunque muchas veces no lo sepamos, tenemos una calidad que es reconocida internacionalmente, especialmente por las abejas que se alimentan de flores silvestres, girasoles y eucaliptos.
Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe son grandes productores.
En Patagonia se produce una miel más oscura, con sabores intensos.
En el norte, más floral y liviana.
Hoy en día, el país exporta más del 90% de su producción. Pero cada vez hay más emprendimientos que apuestan por mieles crudas, artesanales, sin filtrar ni pasteurizar, ideales para quienes buscan lo más puro del panal.
La miel no es solo para endulzar una tostada o un té. También se usa en:
Aderezos de ensalada (con mostaza, vinagre y oliva)
Marinadas para carnes (ideal con cerdo o pollo)
Salsas agridulces
Cocktails (con whisky o gin)
Infusiones medicinales (con jengibre y limón)
Y ni hablar de su uso en cosmética natural y medicina alternativa. Desde mascarillas hasta jarabes para la tos, la miel sigue siendo un comodín saludable en muchos hogares.
Para que te dure tanto como a los egipcios, seguí estos consejos:
Guardala en un frasco de vidrio bien cerrado.
Evitá lugares húmedos o cerca de fuentes de calor.
No la metas en la heladera (se cristaliza más rápido).
No la expongas al sol.
Con estos cuidados, vas a tener miel... para toda la vida.
La próxima vez que veas un frasco de miel en tu alacena, no lo subestimes. Tal vez estás frente a un elixir inmortal.
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