Una receta pensada para simplificar

La clave del budín 10 cucharadas está en su nombre. La base de la receta consiste en medir los ingredientes principales usando siempre la misma referencia: una cuchara sopera común. Nada de tazas, balanzas ni cuentas complicadas.

Esto lo convierte en una opción ideal cuando no hay ganas de pensar demasiado o cuando la cocina ya viene cargada, algo muy común en épocas de fiestas, donde los platos principales suelen llevar tiempo y dedicación.

Por qué es tan popular

Este budín se destaca por varias razones claras. Primero, porque se prepara rápido. Segundo, porque no necesita batidora ni técnicas especiales. Y tercero, porque usa ingredientes básicos que suelen estar siempre en casa.

En apenas media hora, incluyendo el tiempo de horno, se puede tener listo un budín casero que tranquilamente puede competir con opciones más tradicionales, incluso en mesas festivas donde el pan dulce suele ser el protagonista.

No es casual que versiones similares aparezcan tanto en casas particulares como en propuestas simples de restaurantes en Buenos Aires que apuestan por lo casero y lo rendidor.

Los ingredientes, uno por uno

La receta es corta y directa. Todo gira alrededor de un solo huevo y las famosas diez cucharadas. Los ingredientes principales son:

• Un huevo

• Diez cucharadas de harina común

• Diez cucharadas de azúcar

• Diez cucharadas de aceite

• Tres cucharadas de leche

A eso se le suma esencia de vainilla a gusto, una cucharada de polvo para hornear de manera opcional y, si se desea, nueces o chocolate en trozos para darle un toque extra.

La posibilidad de sumar o no estos agregados hace que el budín sea versátil y adaptable a distintos gustos, algo muy valorado en la cocina cotidiana porteña.

Paso a paso sin vueltas

El procedimiento es tan simple como los ingredientes. Primero, se mezcla el huevo con el azúcar hasta lograr una textura espumosa. No hace falta batir de más: con cuchara alcanza.

Luego se incorporan el aceite, la leche y la esencia de vainilla, integrando bien todo. Una vez que la mezcla está pareja, llega el turno de sumar la harina y, si se elige usarlo, el polvo para hornear. El objetivo es obtener una masa homogénea, sin grumos.

Si se agregan nueces o chocolate, un detalle importante es pasarlos antes por harina. Ese paso evita que se vayan al fondo del molde durante la cocción.

Armado y cocción

Con el molde previamente aceitado, se vuelca la mitad de la mezcla. Luego se distribuyen los trozos de chocolate o nueces y se cubre con el resto de la preparación.

El budín se cocina en horno a 160 grados. El punto justo se reconoce de la manera más clásica: al pincharlo con un palillo, este debe salir seco. No hace falta nada más.