15/12/2025
Pastas, salsas, rituales y mesas largas: la gastronomía italiana fue reconocida oficialmente por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Un hito que celebra no solo los sabores, sino también una tradición social y cultural que atraviesa generaciones y sigue inspirando cocinas en todo el mundo.
La gastronomía italiana acaba de alcanzar uno de los mayores reconocimientos culturales a nivel global. El Comité Intergubernamental de la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad durante una sesión realizada en Nueva Delhi, India, destacando su valor como práctica viva, social y profundamente identitaria.
No se trata solo de platos icónicos, sino de una manera de entender la comida como espacio de encuentro, transmisión cultural y vínculo comunitario. Un concepto que los foodies entienden bien, tanto en Italia como en ciudades donde la cocina italiana forma parte del día a día, desde restaurantes en Buenos Aires hasta mesas familiares.
Según explicó el organismo internacional, la cocina italiana representa una expresión cultural y social que combina materias primas específicas, técnicas artesanales y un estilo de vida ligado al acto de compartir.
La UNESCO puso el foco en cómo estas prácticas culinarias transmiten historia, identidad y formas de relacionarse con el entorno. También destacó que la gastronomía italiana ayuda a preservar otros elementos culturales, como el idioma, los gestos, los rituales y las costumbres que se repiten alrededor de la mesa.

El Ministerio de Agricultura, Soberanía Alimentaria y Bosques de Italia celebró la inclusión en la Lista Representativa de la UNESCO, subrayando que el reconocimiento se otorgó por el rol social e histórico de la cocina italiana.
La gastronomía fue valorada como una tradición comunitaria que se transmite de generación en generación, donde las recetas no solo se cocinan, sino que se cuentan, se enseñan y se adaptan sin perder su esencia. Un concepto muy cercano a la cultura gastronómica que también se vive en la gastronomía porteña, marcada por herencias inmigrantes.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, celebró la decisión con un mensaje dirigido al comité de la UNESCO. Allí definió la distinción como "un logro histórico" que rinde homenaje al pueblo italiano y a un estilo de vida admirado en todo el mundo.
Para Meloni, la cocina italiana va mucho más allá de la comida: es cultura, tradición, trabajo y bienestar. Una definición que conecta directamente con la idea de la cocina como parte de la identidad nacional.

El ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, reforzó esta mirada al afirmar que el reconocimiento es un "premio colectivo". Según explicó, la distinción alcanza tanto a las familias que conservan sabores ancestrales como a los agricultores, productores y restauranteros que mantienen viva la identidad culinaria del país.
Este enfoque integral fue clave para que la UNESCO entendiera a la gastronomía italiana como una práctica social activa y no como un simple recetario.
Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia recordaron que la candidatura había sido presentada ante la UNESCO en 2023. El proceso llevó tiempo, pero finalmente logró su objetivo en un contexto especialmente favorable para el país.
La distinción llega en un momento de fuerte crecimiento del sector agroalimentario italiano, que en 2024 alcanzó exportaciones récord por 68.000 millones de euros, con un crecimiento superior al 8%.
Durante 2025, las exportaciones italianas continuaron en alza, con un incremento adicional del 6% en los primeros ocho meses del año. Estos números reflejan la creciente demanda mundial de productos y sabores italianos, impulsados por una cocina que combina tradición y reconocimiento internacional.
Ese prestigio también se refleja en la popularidad de la comida italiana fuera de Europa, especialmente en grandes ciudades donde dónde comer en [barrio] suele incluir, inevitablemente, alguna propuesta de raíces italianas.

Este reconocimiento no cambia la esencia de la cocina italiana, pero sí la pone en un lugar simbólico aún más fuerte. La eleva como patrimonio vivo, cotidiano y compartido, algo que se expresa tanto en trattorias tradicionales como en restaurantes modernos.
Para los amantes de la buena comida, la noticia confirma lo que ya se sabía: que la gastronomía italiana no es solo una de las más queridas del mundo, sino también una de las más profundas en términos culturales.
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