El secreto mejor guardado del turismo urbano: pan casero en dos minutos

En tiempos donde todo va rápido y los planes gastronómicos a veces surgen de un momento a otro, tener una receta fácil, económica y rendidora puede marcar la diferencia entre un almuerzo aburrido y una experiencia digna de un picnic en Puerto Madero o una merienda bajo los árboles de Parque Centenario.

Este pan casero -sin horno, sin levadura y sin complicaciones- es la opción perfecta para quienes aman el sabor de lo hecho en casa, pero no siempre tienen tiempo de esperar un levado ni prender el horno. En solo dos minutos por lado y con cinco ingredientes, el resultado es un pan esponjoso, sabroso y versátil.

¿Qué necesitás?

• 250 g de harina 0000

• 120 ml de agua (un vaso mediano)

• 3 cucharadas de aceite de oliva

• 2 cucharaditas de polvo para hornear

• 4 g de sal fina

Con esta cantidad, vas a obtener ocho pancitos ideales para armar sándwiches, acompañar dips, sopas o sumarlos a una picada improvisada.

Cómo hacerlo paso a paso

1. En un bowl, mezclá la harina, el polvo de hornear y la sal.

2. Agregá el agua y el aceite, y mezclá con cuchara primero, luego con las manos.

3. Amasá hasta lograr una masa suave y elástica.

4. Formá un chorizo con la masa y cortalo en 8 partes iguales.

5. Hacé bollitos, tapalos y dejalos reposar 20 minutos.

6. Estirá cada bollo hasta 5 mm de espesor.

7. Calentá una sartén con un chorrito de aceite y cociná cada pan 1 minuto por lado, hasta que se inflen levemente.

¡Listo! En menos de media hora tenés pan casero caliente, sin horno y con aroma a hogar.

¿Y cómo es la experiencia?

Lo mejor de esta receta es que huele tan bien como sabe. Mientras se cocinan, el pan desprende ese perfume cálido que remite a panadería de barrio. El sabor es suave, con un toque apenas crujiente en el exterior y tierno por dentro. Perfecto para armar un sándwich fresco con vegetales, fiambres o queso, o para acompañar una tabla de quesos y una copa de vino en un picnic improvisado en los bosques de Palermo.

Este pan se adapta al ritmo porteño: se hace en minutos, se disfruta al aire libre o en casa, y suma a cualquier comida sin complicar la vida.