Sabor sin sal: el regreso del sofrito casero
En tiempos donde cada vez más personas buscan cocinar saludable sin resignar sabor, el sofrito reaparece como una técnica aliada. No es una moda nueva, sino un clásico de la cocina mediterránea que los chefs argentinos también adoptan y recomiendan: cebolla, ajo, zanahoria, apio y pimientos salteados lentamente en aceite de oliva hasta liberar todo su potencial aromático.

¿Cómo se prepara un buen sofrito?
La clave está en el fuego bajo, la paciencia y el uso de vegetales frescos. A medida que se cocinan, los azúcares naturales se caramelizan, dando lugar a una base sabrosa que se puede usar en guisos, pastas, salsas, risottos, carnes, pescados y más. No hace falta sal ni condimentos industriales: el sabor se construye desde lo natural.

Combinaciones que hacen magia
No hay una receta única para el sofrito. Si buscás dulzor, sumá más zanahoria; si preferís un sabor más potente, aumentá el ajo o el pimiento. Incluso podés incluir puerro, tomate o jengibre según el estilo de tu plato. Este paso previo a la cocción principal transforma por completo el resultado final: más intensidad, mejor textura y un aroma que abre el apetito al instante.

Leer también: Pollo frito con historia y hasta 30% de descuento: lo que no sabías de KFC en Buenos Aires

Un truco saludable y lleno de posibilidades
Además de ser sabroso, el sofrito tiene otra gran ventaja: ayuda a reducir el uso de sal y conservantes, algo fundamental para quienes buscan cuidar la salud sin sacrificar el gusto. Cocinar con sofritos es una manera de reconectar con lo esencial, usando lo que tenés a mano, sin complicaciones.