26/12/2025

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El bar donde la noche porteña se toma, se come y se vive con identidad

En una esquina de Chacarita, Punto Mona propone mucho más que salir a tomar algo. Coctelería de autor, cocina contemporánea, diseño cuidado y hospitalidad real se combinan en un espacio con identidad propia, creado por Mona Gallosi, una referente indiscutida de la noche y la gastronomía porteña.

Ubicado en Chacarita, dentro de una ex fábrica reciclada con una estética sensible y contemporánea, este bar se consolidó como uno de los proyectos más personales y creativos de la escena gastronómica porteña. No es solo un lugar para beber bien: es un punto de encuentro donde la noche se habita con calma, diseño y calidez.

Un refugio nocturno en Chacarita

En una esquina tranquila del barrio, Punto Mona se presenta como un oasis urbano. El edificio reciclado conserva su impronta industrial, pero suma capas de glamour, vegetación y confort que lo vuelven amable y relajado. Nada está librado al azar: el espacio fluye entre interiores acogedores, una barra que organiza la escena y decks exteriores rodeados de plantas.

El resultado es un lugar que funciona tanto para una salida planificada como para dejarse llevar por la noche. Ideal para quienes buscan dónde comer en Chacarita sin caer en lo obvio, y también para quienes disfrutan de los detalles que hacen la diferencia.

Foto de limited

Mona Gallosi y una forma de entender la hospitalidad

Detrás de Punto Mona está la visión de Mona Gallosi, una figura clave de la coctelería local. Empresaria gastronómica, formadora de equipos y creadora de conceptos, supo construir a lo largo de los años un estilo propio que marcó a toda una generación de bartenders.

En este proyecto, su recorrido se condensa en una idea clara: excelencia sin rigidez. Técnica y sensibilidad conviven con cercanía, y eso se nota tanto en la barra como en el trato. Punto Mona no busca impresionar desde la solemnidad, sino desde la coherencia y el cuidado.

Cada detalle -la música en vinilo, la iluminación, la vajilla- responde a una misma lógica: hacer sentir bien al que llega. Esa mirada convierte al bar en un espacio vivo, donde la gastronomía porteña dialoga con el diseño y la cultura.

Diseño que acompaña la experiencia

El ambiente fue diseñado junto al escenógrafo Gonzalo Córdoba y el arquitecto Ricardo Gilardi, y logra un equilibrio interesante entre lo industrial y lo sofisticado. Livings cómodos, materiales nobles y una circulación pensada para compartir sin invadir.

El diseño no compite con la experiencia, la acompaña. Todo suma a esa sensación de estar en un lugar especial sin que resulte forzado. Un rasgo cada vez más valorado dentro de los restaurantes en Buenos Aires que apuestan por una identidad clara.

La barra como corazón del proyecto

La coctelería es, sin dudas, uno de los grandes protagonistas. Con más de veinte cócteles de autor, la carta recorre reinterpretaciones de clásicos y combinaciones originales, siempre con foco en el equilibrio y la identidad.

Aparecen tragos como el Gaucho, que combina whisky, cedrón y Martini Rosso fortificado; Agua de Vida, con vodka, pera y Grand Marnier; o Carozo sin temporada, una opción sin alcohol que mantiene complejidad y carácter. También hay una cuidada selección de vinos orgánicos, cervezas y café, pensados para acompañar distintos momentos de la noche.

La barra no es solo un lugar de paso: es un espacio de diálogo, de observación y de disfrute pausado.

Una carta para compartir y quedarse

La propuesta gastronómica acompaña con una carta de autor pensada para el centro de la mesa. Platos para compartir, con contrastes de texturas y guiños locales, que dialogan de forma natural con la coctelería.

Entre las opciones se destacan el tiradito de trucha patagónica con leche de coco y manteca noisette, el steak tartar con yema curada y peras en almíbar, el halloumi asado con hinojo y naranjas quemadas, las empanadas de langostinos con leche de coco, una hamburguesa de hongos y una selección de quesos artesanales.

La idea no es armar una cena rígida, sino picar, probar y compartir. Una lógica muy alineada con la forma en que hoy se vive la gastronomía porteña.

Un punto de encuentro sin etiquetas

Inclusivo, accesible y pet friendly, Punto Mona escapa a las categorías tradicionales. Puede ser plan de primera cita, encuentro entre amigos o refugio para cerrar la semana. El tiempo parece correrse un poco, y eso también es parte del encanto.

Más que un bar, funciona como un punto de reunión donde la noche se vive con identidad, cuidado y una elegancia relajada. Un ejemplo claro de cómo la hospitalidad, cuando tiene una visión detrás, puede transformarse en cultura.

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