Cafés ocultos en la ciudad: el encanto que todavía resiste

Buenos Aires nunca deja de sorprender. Entre avenidas agitadas y edificios centenarios, todavía existen confiterías que funcionan casi como refugios secretos: lugares donde el tiempo parece ir más lento, donde la arquitectura cuenta historias y donde el café se disfruta sin apuros.

Estas dos cafeterías -ambas instaladas en construcciones antiguas- conservan patios internos, rincones verdes y detalles estéticos que remiten directamente al legado europeo que moldeó la gastronomía porteña.

Si buscás restaurantes en Buenos Aires o cafeterías distintas para cortar el día, estos dos spots merecen estar en tu radar.

Como en casa: una joya escondida en Recoleta

En la esquina de Vicente López y Ayacucho, en pleno Recoleta, se encuentra una confitería que muchos pasan de largo sin darse cuenta. La fachada, cubierta por enredaderas la mayor parte del año, disimula la entrada y hace que el lugar mantenga ese aire de descubrimiento reservado solo para quienes saben mirar.

La historia del espacio es parte de su magia: funcionó en lo que fue la antigua cochera y área de servicio de una residencia familiar de fines del siglo XIX. Y aunque su acceso es discreto, al cruzar la puerta aparece un patio interno con una fuente central que invita a bajar un cambio al instante.

La propuesta gastronómica es variada, pero se luce especialmente con sus desayunos y meriendas. La pastelería -siempre protagonista entre los comensales- acompaña un ambiente calmo, perfecto para leer, charlar o simplemente disfrutar del silencio en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad.

Horarios: todos los días de 9 a 20
Dónde comer en Recoleta: Vicente López y Ayacucho

La confitería del IADT: historia médica, alma parisina

A pocas cuadras de allí, sobre Marcelo T. de Alvear 2439, se encuentra otra cafetería que sorprende por su origen. Funciona dentro del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, en lo que antiguamente fue la sala de médicos del edificio.

La fachada francesa anticipa lo que se encuentra adentro: un espacio con patio interno, una fuente de agua, un imponente reloj de pie y dos esculturas de galgos en bronce que custodian el ambiente. Toda esta atmósfera se completa con revestimientos de madera, lámparas clásicas y mobiliario que conserva el carácter original del lugar.

La confitería fue creada para brindar comodidad a pacientes y visitantes, pero su aire tranquilo y su arquitectura la volvieron un pequeño secreto entre quienes buscan una pausa distinta en pleno centro porteño. Ideal para un café, un tentempié o un rato de descanso mirando hacia el jardín central.

Horarios: todos los días de 7.30 a 22
Dónde comer en Recoleta / Centro: Marcelo T. de Alvear 2439

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por IADT (@iadt.sa)

Patios internos, arquitectura clásica y la esencia porteña en cada detalle

Lo que une a estas dos confiterías -más allá de su ubicación y su bajo perfil- es la manera en que mantienen viva la identidad cafetera de la ciudad. Ambas funcionan en edificios que conservan detalles del siglo XIX, ambas tienen patios internos que amortiguan el ruido y ambas ofrecen esa sensación de estar en un lugar que no mucha gente conoce.

Para los amantes de la gastronomía porteña, estos espacios son una oportunidad de descubrir otra Buenos Aires: la que mezcla historia, calma y café bien servido.