16/10/2025
A solo 80 kilómetros de Buenos Aires, este bodegón campestre ofrece lo mejor de la cocina alemana en un ambiente relajado y lleno de historia. Parrilla libre, chucrut, salchichas Frankfurt y cerveza artesanal casera: una experiencia imperdible para los amantes de la buena mesa.
Si buscás una escapada gastronómica cerca de la Ciudad, La Uribeña es una parada obligada. Ubicado en el pintoresco pueblo de Uribelarrea, este restaurante de campo se volvió famoso por su fusión entre cocina criolla y platos típicos alemanes, una combinación que atrae a foodies, familias y grupos de amigos todos los fines de semana.
La propuesta es simple pero irresistible: buena comida, aire puro y cerveza artesanal elaborada en el mismo lugar. Un combo perfecto para quienes disfrutan de las experiencias gastronómicas con espíritu rural, lejos del ritmo porteño.
La Uribeña se encuentra sobre Avenida Valeria de Crotto 899, en pleno acceso principal al pueblo de Uribelarrea, a unos 80 kilómetros del centro de Buenos Aires.
El viaje en auto desde la Capital demora aproximadamente una hora y media. La ruta más directa es por la Autopista Riccheri rumbo a Ezeiza, para luego continuar por la Ezeiza-Cañuelas. Desde allí, solo hay que tomar la Ruta Nacional 205 y doblar a la izquierda en la Avenida Valeria de Crotto. Siguiendo ese camino, el bodegón aparece al borde del pueblo, rodeado de árboles y tranquilidad.
Abre de jueves a domingos y también los feriados, ideal para una salida de fin de semana o un almuerzo especial en familia.
El ambiente de La Uribeña combina el encanto de lo antiguo con la calidez de lo tradicional. Su decoración está llena de antigüedades, botellas, calcomanías y fotos de íconos argentinos como Diego Maradona, Tato Bores y Alberto Olmedo.
Todo está pensado para sentirse en casa: mesas grandes, paredes repletas de recuerdos y un aroma irresistible a parrilla que se mezcla con el de la cerveza artesanal recién tirada.
Para los amantes del asado, La Uribeña ofrece una parrilla libre que no escatima en porciones ni en sabor. Asado, vacío, chorizo, morcilla y lechón se sirven al punto justo, acompañados por guarniciones generosas.
A eso se suman empanadas caseras, picadas abundantes con fiambres, escabeches, quesos y la clásica galleta de campo. Es un festín criollo que rinde homenaje a la cocina argentina, pero con un toque centroeuropeo que lo distingue.
Si preferís una experiencia más germana, el Menú Alemán es la opción ideal. Se trata de una tabla para compartir que incluye salchichas tipo Frankfurt, panceta, carne, rosca polaca, chorizo colorado, chucrut y papas naturales, perfecta para acompañar con una pinta helada de la casa.
Otra de las joyas del menú es la Salchicha Frankfurt servida con chucrut, papas y panceta, un plato clásico que resume el espíritu del lugar: sabores simples, abundantes y auténticos.
La cerveza artesanal, elaborada en la propia fábrica del bodegón, completa la experiencia con distintas variedades que maridan a la perfección con cada plato.
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