03/09/2025
Para los argentinos, el alfajor es mucho más que un dulce. Es kiosco de escuela, parada en la ruta, café de oficina y un pedacito de infancia guardado en dos tapas suaves con un corazón de dulce de leche. Tan cotidiano que a veces olvidamos su verdadero valor. Pero cuando lo prueban afuera, la magia se entiende al instante: el alfajor conquista a todos. Y ahora, también al mundo.
El prestigioso portal gastronómico TasteAtlas, dedicado a mapear los sabores más emblemáticos del planeta, acaba de publicar su ranking de las mejores galletas del mundo. El resultado fue categórico: el alfajor argentino se quedó con el primer puesto, superando incluso a clásicos globales como la famosa cookie de chips de chocolate estadounidense.
Este reconocimiento confirma lo que en Argentina intuimos desde siempre: que el alfajor no es solo un snack, sino un símbolo de placer y de identidad cultural.
Creado en 2018 por el periodista croata Matija Babi?, TasteAtlas funciona como una enciclopedia digital de sabores. Su misión es simple pero ambiciosa: registrar las comidas, bebidas e ingredientes que definen a cada rincón del mundo.
La plataforma se nutre de dos fuentes:
La investigación de su propio equipo editorial.
Las calificaciones y experiencias de miles de usuarios que puntúan recetas típicas.
A diferencia de otras guías más orientadas a la alta cocina o al turismo gourmet, TasteAtlas busca lo auténtico. Rescata esas preparaciones que cuentan historias y forman parte de la vida diaria de un país.
En pocos años, TasteAtlas se volvió una referencia global en la gastronomía. Sus listados, que van desde las mejores pizzas y panes hasta sopas, carnes y postres, circulan por redes sociales generando orgullo y debate en partes iguales.
El caso del alfajor argentino no fue la excepción: su consagración como la galleta número uno del mundo puso a la gastronomía porteña y nacional en el centro de la conversación global.
El verdadero poder del alfajor es su capacidad de evocar recuerdos y unir generaciones. Es esa golosina que acompaña la rutina y al mismo tiempo se transforma en souvenir obligado para turistas que buscan llevarse un sabor auténtico del país.
Que ahora el mundo lo reconozca como el mejor, reafirma lo que siempre supimos: el alfajor argentino es más que un dulce. Es cultura, tradición y un pedacito de nuestra historia compartida.
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