04/07/2025
En el cruce entre la tradición turca y la curiosidad porteña por lo exótico, llega a Buenos Aires el güllaç, un postre que nació en el Imperio Otomano hace siglos y hoy se encuentra en pastelerías especializadas o puede prepararse en casa con ingredientes únicos. Ligero, delicado y perfumado con agua de rosas, este dulce es más que una receta: es una experiencia sensorial que conecta con una cultura lejana pero cada vez más presente en las cocinas del mundo. Ideal para quienes buscan sabores nuevos con historia.
El güllaç (se pronuncia "gü-lach") es un postre tradicional turco que se consume principalmente durante el Ramadán, aunque su fama trascendió las fronteras del mundo islámico. Hecho con finísimas hojas de almidón de maíz, leche azucarada, nueces molidas y un toque de agua de rosas, este postre se sirve frío, decorado con pistachos, frutas frescas o pétalos comestibles.
Lo que hace especial al güllaç no es solo su sabor, sino su textura etérea y su aroma floral, que transportan a los bazares de Estambul con una sola cucharada.
Aunque no es un postre que abunde en las panaderías locales, el güllaç ya se dejó ver en algunas propuestas de restaurantes de cocina turca o fusión en barrios como Palermo y San Telmo. También puede conseguirse por encargo en tiendas de productos del Medio Oriente, como Ali Baba Gourmand (Caballito), o a través de plataformas como Mercado Árabe, donde se venden las delicadas hojas güllaç yapra?? listas para preparar en casa.
Para quienes disfrutan de la cocina como una experiencia cultural, el güllaç es una oportunidad perfecta para salir de lo habitual sin complicarse demasiado. No requiere horno ni técnicas avanzadas, solo paciencia y cuidado. Acá va un resumen del proceso:
10 hojas de güllaç
1,5 litros de leche
2 tazas de azúcar
2 cucharadas de agua de rosas comestible
Nueces o pistachos molidos
Frutas para decorar: granada, frutillas o pétalos de rosa
Calentar la leche con el azúcar hasta que esté tibia (sin hervir).
Humedecer una a una las hojas de güllaç en una fuente, formando capas.
Colocar frutos secos entre capas y luego verter leche con agua de rosas sobre todo.
Refrigerar al menos 3 horas.
Decorar con frutas frescas o pétalos antes de servir.
El resultado es un postre suave, refrescante y aromático, ideal para cerrar una comida especial o para sorprender a tus invitados con una propuesta fuera de lo común.
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