21/05/2025
Con calles tranquilas, aire de barrio y una identidad cada vez más ligada al buen comer, Villa Devoto se impone como uno de los polos gastronómicos más interesantes de Buenos Aires. Cafés centenarios, pastelería de autor, bodegones con historia y nuevas propuestas gourmet conviven en un entorno arbolado y familiar, ideal para una escapada foodie sin salir de la ciudad.
Entre plazas, casas bajas y árboles centenarios, el barrio de Villa Devoto dejó de ser solo "el jardín de la ciudad" para convertirse en uno de los destinos más buscados por los amantes de la gastronomía porteña. Tranquilo pero vibrante, clásico pero moderno, Devoto ofrece una experiencia única para quienes buscan sabores auténticos en un entorno relajado y encantador.
La transformación comenzó hace algunos años y hoy el barrio vive un verdadero boom gourmet. En sus calles, especialmente en la peatonal Fernández de Enciso, se concentran algunas de las propuestas más tentadoras del circuito foodie.
Entre los nombres que marcaron este renacer gastronómico, Betular Pâtisserie se lleva todas las miradas. En una elegante esquina sobre la peatonal, el reconocido chef y pastelero Damián Betular despliega su mundo de tortas de vitrina impecable, croissants perfectos y sabores que fusionan lo clásico con lo sofisticado. El local se convirtió en parada obligada para los golosos -y también para los que aman sacar fotos para Instagram.
A pocos metros, en una casona estilo marplatense, Rapanui suma su propuesta de chocolates artesanales, helados y pastelería patagónica, que combina tradición familiar y excelencia en cada producto.
Para los que prefieren un buen tapeo o una comida con sabor a casa, Devoto también guarda joyitas con mucha historia. El Café de García, fundado en 1927, es un clásico de clásicos. Con sus paredes repletas de fotos y objetos antiguos, y una picada de 50 platos que sorprende a cualquiera, es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.
Otro imperdible es Casa Lucca, donde se celebra la cocina de inmigrantes con platos españoles e italianos que rinden homenaje a las recetas familiares. Desde una buena tortilla española hasta unos ñoquis caseros con salsa de tomate natural, el menú propone un viaje por la memoria afectiva de los porteños.
Y si hablamos de bodegones, el Bar Alemán es, sin dudas, el más emblemático del barrio. Su ambiente cálido, sus platos generosos y su espíritu de barrio lo convierten en uno de los preferidos por quienes buscan comer rico y abundante sin vueltas.
Lo que distingue a Villa Devoto no es solo su oferta culinaria, sino la experiencia completa. Comer en este barrio es también disfrutar del verde, del silencio que contrasta con otras zonas más ruidosas de la ciudad, y de un ritmo pausado que invita a quedarse un rato más. Las veredas anchas, las mesas al aire libre y la cercanía a espacios como la Plaza Arenales o la Basílica San Antonio de Padua crean un entorno ideal para pasear, comer, tomar un café y desconectarse sin irse tan lejos.
Una de las grandes ventajas de esta nueva movida es que la relación precio-calidad es muy buena. Por ejemplo:
En Betular Pâtisserie, una porción de torta ronda los $3.500, mientras que los macarons y eclairs van desde los $1.200.
En Casa Lucca, los platos principales arrancan en los $6.000 y las porciones son generosas.
En Café de García, la icónica picada puede compartirse entre varias personas y cuesta unos $12.000, incluyendo bebida.
Bar Alemán ofrece platos típicos desde los $5.000, con menú del día a precio accesible.
Villa Devoto se encuentra en la Comuna 11, al noroeste de la ciudad. Se puede llegar fácilmente en tren (línea San Martín), colectivo o auto. La zona gastronómica está concentrada cerca de la Plaza Arenales, especialmente sobre la peatonal Fernández de Enciso, un paseo ideal para recorrer a pie.
La mayoría de los locales abre durante todo el día, pero el plan ideal es ir un fin de semana, almorzar al sol, pasear por las calles verdes del barrio y terminar con un café o algo dulce.
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